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Fray Antonio de Lorea

(Almagro, 1635 – ? c. 1684-85)

Sobre Antonio de Lorea publicamos en este CD, de manera complementaria a la edición del David pecador..., un extenso estudio bio-bibliográfico elaborado para nosotros por el padre Francisco Sánchez-Hermosilla OP, donde se recoge una buena cantidad de informaciones hasta ahora dispersas o inéditas, y cuidadosas descripciones bibliográficas con la localización de los ejemplares. A este estudio remitimos para la ampliación de la nota que aquí sigue.

Como explica Francisco Sánchez-Hermosilla, la suerte de fray Antonio de Lorea es algo paradójica: se le cita con frecuencia como autor de una obra que no publicó (la Historia de la Provincia de Andalucía de la Orden de Predicadores) y se ignoran sus obras publicadas, generalmente hagiográficas. Solo últimamente su nombre se ha divulgado más al unirse a la nómina de autores españoles de literatura emblemática.

Antonio de Lorea nació en Almagro (Ciudad Real) en 1635, en el seno de una familia muy humilde. Su padre había llegado a Almagro desde su Navarra natal en busca de mejor fortuna. Seguramente al poco tiempo se casaría con Isabel Bravo, de Ciudad Real. Antonio fue el primero de los ocho hijos del matrimonio pero, según él mismo relata, dos de ellos debieron morir bastante jóvenes.

Contando quince o dieciséis años ingresa en el Convento del Rosario de Almagro, realiza el noviciado en 1651, y en 1657, con veintidós años, ya está ordenado de presbítero. Parece que tuvo un rápido reconocimiento como predicador en las grandes ciudades de Castilla y Andalucía, cosa de la que habla con orgullo en varias ocasiones. En sus Metáforas panegíricas en oraciones evangélicas (Madrid 1671) se recogen sermones predicados desde 1657 hasta esta fecha de publicación, y con ellos se pueden seguir sus pasos en aquellos años. Sus estancias más largas las realiza en el Convento de Antequera, pero en 1669 estará como colegial del Convento de Regina, en Sevilla.

Desde 1671 es difícil ubicar a fray Antonio. La mayoría de sus obras se publican en Madrid, por lo que se podría suponer su proximidad a la Corte. También hay datos para pensar que residía en Almagro. En cualquier caso estas estancias no son incompatibles con una vida relativamente itinerante repartida entre los conventos de la provincia andaluza, cosa que le ayudaría a la redacción de su historia.

Aunque dice Lorea tener impresos veinticuatro libros, nosotros podemos contar hasta diecisiete obras diferentes; algunas de ellas traducciones o ampliaciones de escritos ajenos, como la vida de Santa Rosa de Lima (traducción de la de Leonardo Hansen), o la de Sor María Vilani (de Domingo Marchese) —ver la bibliografía completa de Sánchez-Hermosilla—. Pero es cierto que dedicó muchos esfuerzos a su pasión por la escritura y una gran tenacidad para conseguir publicarlas. Aún así dejó siete obras inéditas, de las que —salvo la historia de la Provincia— no hay rastro. Sánchez-Hermosilla analiza los problemas de Lorea con la censura, en especial sus conflictos con el Maestro de la Orden, Tomás de Rocaberti que ordenó que sus obras fueran estrictamente revisadas y censuradas. Curiosamente, un encargo de Rocaberti, la biografía de la Venerable Hipólita de Jesús, entraría en el Índice de Libros Prohibidos en 1687, después de a muerte del autor, no tanto a causa de sus palabras como de la controvertida figura de la biografiada.

Otro asunto complejo de la vida de Lorea es el hecho de autointitularse «Cronista de la Orden», audacia que le vale un conflicto con el Maestro que solo le había nombrado «Cronista de las Provincias de España y no de toda la Religión». A pesar del enfado y advertencia del Maestro, Lorea seguirá utilizando el título de cronista con expresiones ambiguas como «Coronista de la Orden, y de esta Provincia».

Los últimos años de Lorea transcurren en Valencia y Almagro. Mientras reside en la primera ciudad (1678-79) publicará tres libros. La imagen de sus últimos días transmitida por sus escritos es la de un hombre plenamente dedicado a la escritura. Con el esfuerzo de sobreponerse a los achaques —aunque es todavía joven— quiere acabar aquellas obras empezadas y publicar las que tiene guardadas y cuya impresión nadie quiere costear. Aunque se ha escrito que murió en Valencia, parece más probable que fuera en Almagro, donde fecha sus últimas palabras en enero de 1684.

David Pecador y David Penitente

La obra que nosotros editamos es: David Pecador y David Penitente. Primera y segunda parte. Empresas morales político-cristianas. Compuestas por el P. presentado F. Antonio de Lorea. Coronista General de la Orden de Predicadores. Dada a la estampa por el Lic. Bernardo de Lorea Amescua su hermano, Clérigo Presbítero, Comisario de la S. Cruzada en la villa de Almagro, y su partido. Dedicada a la Serenísima Señora Sor Ana Dorotea de Austria, Religiosa en el Real Monasterio de Descalzas de Madrid. Madrid: Francisco Sanz, 1674.

Este libro de empresas de Lorea se presenta inicialmente como otro de los muchos dedicados a la educación del príncipe y al arte de gobernar. Y, al igual que tantos de ellos, es un tipo de contrafactum que explota el género popularísimo del tratado dedicado al gobierno político «para persuadir a los hombres el camino para ir a Dios» («Dedicatoria», s.p.). La «Dedicatoria» matiza la intención didactico-moralizante de la colección de empresas, donde actúa un fondo propio del Barroco hispano cargado de desengaño y desprecio del mundo: «De donde se originan moralidades, y máximas políticas de gobierno, siendo el norte principal a que los hombres limpien los ojos del polvo que levantan los tráfagos del mundo, y miren a Dios, sin el embarazo que causan las Políticas mundanas» («Dedicatoria», s.p.).

La primera de las dos Censuras al libro, firmada por fray Luis Juste, de la Orden de Predicadores y Prior del Real Convento de Santa Catalina Mártir de Barcelona, comenta el estilo y contenido de la obra en lenguaje convencionalmente formulario: «He hallado en él, no sólo la elegancia de estilo, sino la propiedad en los textos originales de Santos Padres, e historias que trae para exornar los discursos, el orden admirable con que los va siguiendo, y el fin a que los encamina, que es a arrancar los vicios, y plantar las virtudes» («Censura de fray Luis Juste», s.p.).

El enfoque de la segunda Censura, la del doctor D. Juan de Texada y Aldrete, Canónigo de la S. Iglesia de Sevilla y Administrador del Hospital Real de Sevilla, es hacia el desengaño que el libro de Lorea ofrece de la política humana. Al referirse a dos libros previos del dominico, el Grande Hijo de David y el Bienaventurado S. Pío Quinto, Texada y Aldrete afirma que Lorea «desengaña con admirable persuasiva a los estudiosos de política mundana […] sabiduría animal, diabólica, enemiga de la salud, muerte de la vida, madre de la tibieza, y que suele provocar a Dios a tomar venganza […]. En estos discursos […] destruye la quimera, o política del mundo, y esta ciencia en que tanto estudian los ociosos, enseñando cómo la perfecta Política es la observancia de los santos mandamientos, el desengaño del mundo, y caminar a Dios con palabras y pensamientos» («Censura de D. Juan de Texada y Aldrete», s.p.).

A los preliminares siguen una «Tabla de los Capítulos y cosas notables de esta primera parte» y un prólogo sobre los «Padres, Nacimiento, Patria, y Sucesos de David, antes de ser Rey, y después de ceñirse la Corona, hasta cometer el adulterio» (págs. 1-5). Las 30 empresas del libro se dividen equitativamente entre las dos partes (David Pecador y David Penitente) distribuidas en «capítulos». Cada capítulo tiene un título en castellano (p.ej.: «Principio, y ocasión del pecado de David»), seguido de una cita bíblica en latín. A continuación se da el Texto y Moralidad en prosa. Luego viene la empresa. Son grabados en madera bastante toscos, y a veces algo mal ejecutados, sobre todo en lo que atañe a la representación de la figura humana. Dentro del grabado aparece el mote en latín. La subscriptio es el Discurso, en prosa, y casi siempre muy extenso. Al final del Discurso viene el Ejemplo, también largo y en prosa. El libro se remata con una «Tabla de los Capítulos, y cosas notables de esta segunda parte».

Es interesante el análisis de Víctor Mínguez en el que es prácticamente el único estudio sobre la obra («Una historia bíblica en emblemas», Goya, Revista de Arte, 187-188 —1985—, págs. 97-101), donde subraya la peculiaridad del libro de emblemas de Lorea dentro de la emblemática hispana, consistente en su absoluta subordinación a una línea narrativa. «Como consecuencia de esta subordinación, la temática que desarrollarán las estampas y sus correspondientes discursos estará en relación directa con los versículos en que se ha desmenuzado la historia, y que encabezan cada empresa» (97):

Como si de un libro de itinerario místico se tratase, el libro de Lorea se divide en dos partes: alejamiento de Dios por parte del Rey David (David pecador…) y su posterior reconciliación (David penitente). Los quince emblemas de que consta el David pecador van desde el deseo y la tentación hasta la consumación del pecado. El David penitente, por el contrario, desarrolla los temas del arrepentimiento, el castigo y el perdón, para finalizar en la renovación que devuelve el favor divino.

Como podemos ver, los temas de las estampas son mitológicos, animalísticos o recogen elementos propios de de la iconografía barroca (la nave la calavera…) […] La mayor parte de los discursos encuentran su apoyatura gráfica en una estampa de carácter animalístico (quince en total), circunstancia que Lorea justifica en el capítulo XII del David penitente: «He escrito muchas veces que la mejor política para los hombres racionales se puede motivar de las propiedades de que el autor de la naturaleza adornó a los brutos».

[El final feliz de la historia de David que nos cuenta Lorea] es el resultado de la alianza que se establece tras la sumisión del rey a Dios. El proceso de subordinación de David, así como sus anteriores errores, sirven a Lorea para poner de relieve una serie de virtudes que deben adornar la figura del monarca: justicia, equidad, humildad, misericordia, rectitud, etc. (97, 98, 101).

 

Studiolum publica el libro de emblemas de Antonio Lorea David Pecador y David Penitente en el CD «Libros de Emblemas Españoles. Edición Completa».

Aquí presentamos el emblema 2 (Fascinio punit) del David Pecador (Madrid 1680), junto con su comentario:
 

Capitulo 2

Viditque mulierem se lauantem, ex aduerso, super solarium suum: erat enim mulier pulchra valde.

Emblema: FASCINIO PUNIT

Texto y moralidad

Paseauase David en vna galeria de su Palacio, y viò à vna muger, que en vna açotea que estaua enfrente, se estaua lauando. La muger era ermosa con estremo.

No ignoraria esta muger, que el Rey no auia salido à canpaña: y muger que su jardin està registrado de las ventanas del Palacio de vn señor, y se pone à lauar en carnes, ò tiene mucho descuydo de que la miren, ò mucho cuydado de que la vean: Al tienpo que el Texto dize, que era ermosa, no dize como se llama. Solo le da nonbre de muger en comun. Como advirtiendo, que aquella accion no es de muger principal, sino de vna muger comun. Viòla el Rey. No es mucho que la viera, si ella buscaua ocasiones de ser vista. Pudiera ser que vbiera menos onbres malos en el mundo, si no vbiera tantas mugeres mundanas. Quando su marido està en la guerra, y expuesto el cuerpo à las flechas, picas, chuços, y alabardas, expone la muger el cuerpo à que la mire vn Rey, sus Validos, Pages, Mayordomos, Porteros, Gentilesonbres, y tantos como asisten à la persona Real, y viuen en Palacio: para que su desonra sea mas publica à vista de mas testigos, y su ermosura mas vituperada, quando por la ausencia de su marido deuiera estar mas recogido. Lauauase. El agua lauaua el cuerpo, pero su profanidad manchaua su onra. Vieronla los ojos ermosa; pero lo desonesto la boluia fea, y abominable. Pues no es lo mesmo tener aficionado à vn Rey, que ser onrada.

Discurso

Miserables estragos an causado las mugeres en las onras, vidas, aziendas, y almas. Con vn mes solo que los honbres que mas las aman, tuuieran juizio, aprendieran oficio las que quieren ser amadas. Ageno es el asunto, de la profesion de Religioso, y Sacerdote; pero para manifestar las eridas, y preuenir el remedio, muchas vezes lo leemos en los libros de los Santos Padres: y las Escrituras Canonicas auisan el dorado veneno de las mugeres, para que los onbres sepan huirle. Vna muger, que su jardin està à la vista de las ventanas de Palacio, se pone à lauar el cuerpo tan sin modestia, como sin zelosia, ò cortina que la encubriese. Muger que quiere que la vean, no le pesa de que la celebren; y la que desea que la aplaudan, no le pesa de que la quieran. Fieras crueles con voz vmana: peste disfrazada con dulces laços, que enpiezan en el dulce encanto de los sentidos, y viene a parar con todos sus alagos, y engaños en dar con el cuerpo en la sepultura, y con el alma en los infiernos.

Vna sirena que canta, y los onbres encantados arrojarse al mar, à perecer es el cuerpo de esta enpresa. Para entender la propiedad, es necesario aueriguar si ay sirenas, porque algunos dizen, que estas son como el aue Fenix, y que como es fabulosa la vna, lo es la otra. De anbas aze mencion el Texto Sagrado. (A) (B) Vincencio Obispo Velbacense, de la Orden de Predicadores, en el Especulo Natural delinea su forma. (C) Dize, que son animales mortiferos, del vientre arriba semejantes à mugeres: de alli abaxo pescados llenos de escamas. Suelen azer vna musica tan dulce, que encanta a quien la oye; y a los nauegantes, ò les causa sueño, ò les aze precipitar al mar: y por vno, y por otro tiene tal fuerça, que atrae à si a los pasageros. Quando, ò con la dulçura de la musica, ò lo pesado del sueño, los tienen cogidos, azen cruel presa en ellos, y toda la suauidad de la voz, y el encanto con que atraen, viene à parar en azer pedaços à los pasageros, y comerselos. Quando los nauios suelen pasar, y los marineros no azen caso de ellas, enfurecidas asaltan las enbarcaciones, y suelen lograr el salto con daño de los onbres. El modo que tienen para escaparse de ellas, es arrojarles vna botija bacia, con que se entretienen, y los otros se escapan. Suelen verse con sus ijos, dandoles el pecho como mugeres, y como ellas los traen en los braços, asta donde, y mas baxos decienden los cabellos de la cabeça. Abitan pielagos profundisimos, y en Islas muy remotas. (D) Cornelio à Lapide dize, que en su tienpo cogieron vna en el mar de Frisia, la qual conseruaron muchos años y aprendiò a ilar a la rueca, como las demas mugeres.

San Isidoro, moralizando sus propriedades, entiende en ellas à las malas mugeres. (E) Criò Dios à la muger para que fuese ayuda al onbre, y despues de auerse formado à su costa, fue el instrumento de su ruina. No sè qual sea mas ponderable, ò la fuerça en vna muger torpe para atraer, ò la floxedad de los onbres en resistirse à sus alagos. Torpemente desnuda se representa Bersabè à los ojos de Dauid: peste que huyeron los Santos, y inconueniente que en sus escritos à gritos le preuienen, para que los onbres estén en los estribos de la aduertencia para huirlos. No es menos enfermedad vn tabardillo à la salud, que vna mala muger à la republica. Es contagio que inficiona el ayre: es sierpe que respira veneno, y le pega por los ojos, oidos, y sentidos. Con ellas se pierde à Dios el temor, la verguença à la onestidad, el freno al recato, y el exenplo de estas aze mas daño en las recatadas, que el cancer en el cuerpo; porque este se conoce: y este daño quando se conoce, tiene ya consumida la onra de ellas, y gastadas las aziendas de ellos.

En tienpo de los Pontifices Pio IV. y Paulo IV. auia crecido en Roma tanto la disolucion de las mugeres Cortesanas, ò Rameras, que no solo se auian estendido à viuir por toda la Ciudad, sino que aun los mejores Palacios tenian ocupados con su viuienda. Sucedio à Pio IV. el Bienauenturado San Pio V. (F) como escriuimos en su vida (que se acaba de imprimir en Madrid quando escriuimos esto:) y como virgen puro, y amantisimo de la castidad, enpezò à azerlas cruel guerra, mandandolas desenbarazar las casas, y salir de Roma, y del estado de la Iglesia. Iuzgando su torpe vida indigna, no solo de Cristianos, si no de onbres racionales, fauoreciò el Senado la causa de ellas. Nunca dexa el demonio de buscar padrinos al vicio: y con todas sus fuerças oponerse à quien patrocina la virtud. Por los intereses que el Senado tenia, y las rentas que le contribuian de sus pecados, les pareciò necesario el retenerlas, y por la grandeza de Corte el conseruarlas. Como si fuera credito de vna Corte Cristiana, y cabeça de la Cristiandad, el conseruar ofensas publicas contra Dios, y patrocinar à quien lo tenia por oficio. Fueron à ablarle en voz de Senado, propusieronle sus razones; à que el Santo Pontifice les respondiò los inconuenientes que se seguian de su consentimiento, y el mal exenplo à sus mesmas mugeres, y ijas. Allandoles duros en el dictamen, les dixo con aquel pecho Apostolico, y Santa resolucion que tenia en todas las cosas: Estoy mirando por la onra de Dios, por el decoro de vuestra Ciudad, por la onestidad publica, por el credito de vuestras personas, ijas, y con todo eso os ciegan los alagos, y intereses de esas mugeres perdidas, à que cerreis los oìdos à vuestra conueniencia, y mis ordenes: pues mirad qual quereis mas.

Yo, y ellas no emos de viuir juntos. O ellas an de salir, ò mudaremos la Corte à otra parte. Tenblaron los Senadores de verle, y oirle, y trataron de obedecerle. Allaron inconuenientes en la total execucion de la ley: pues de quitarlas à todas, era ocasion à mas desonestos vicios. Desterrò de Roma à las mas escandalosas, rapandoles à nabaja el cabello, y à las demas encerrò en vn barrio. Promulgò nueuas leyes, y editos contra ellas, en especial, que la que muriese sin Sacramentos en aquel mal estado, no fuese enterrada en sepultura Eclesiastica. Reduxeronse muchas al seruicio de Dios, à quien como Padre fauoreciò, dandoles dotes à vnas para Religiosas, à otras para casarse: y limpiò la Ciudad de tan pegajosa peste.

Pasò el Santo de esta vida à la Bienauenturança, y muchas de ellas que se quedaron en sus vicios, teniendo noticia de su muerte concurrieron à la Iglesia de San Pedro donde estaua el cuerpo, para arañarle, y vengarse de èl: pero al punto que le vieron aquel rostro venerable, mas le temieron muerto que viuo, y aziendo prodigiosa operacion en sus coraçones su mala vida, à vista de aquella Santidad: arrepentidas de sus pecados à gritos los llorauan confesandolos, con que salieron del mal estadon en que estauan.

Procediò Pio como buen Rey, y como Santo. Como Rey en no permitir en su Republica tal veneno: como Santo en cerrar los ojos, y los oydos à las vozes de estas sirenas, que con su musica encantan para atraer à si à los onbres, y despedazar sus aziendas, y salud, y dar con las almas en los infiernos. Pudo Dauid considerarse Catolico, y como quien conocia à Dios, y auia recebido tantos fauores de su mano. Como Rey deuia poner remedio à tanta desonestidad. O quantas vezes se à visto torcida la justicia, por la intercesion de vna mala muger! Quantos à auido en el mundo que quando en justicia no pueden conseguir vn negocio del juez, le guardan la cara por la parte que es bueno: y estudian, y procuran saber si tiene algun lado malo, y por medio de la que le tiene torcido el juizio, y la razon, diligencian el torcer la justicia àzia su conueniencia! Dan gratos oìdos à sus vozes; ayudanse de su parte con la desonestidad, que aziendo esta la puntería a la flaqueza del Iuez, con facilidad le rinden. No fue menos poderosa Erine, ermosa ramera en Atenas: ni el Iuez del Senado mas robusto que Dauid, como refiere Pausania, (G) y otros. Auisaronla de vn graue delito, y saliendo a la Sala en presencia de los Senadores, era Abogado de su causa el grande Orador Hiperides. Alegò textos, y razones en su descargo, y no pudo defenderla: y viendose condenada, y que la muerte auia de ser cierta, no pudiendo reducir à los Iuezes, descubriò los pechos, y adornandolos con palabras alagueñas, fueron mas eficazes para conuencer al Presidente del Senado, que todas las razones del Filosofo. Y estando ya con el lazo al cuello, quedò el Iuez preso en su laço, y arrastrado de su ermosura, la diò por libre. No es mucho que aga esos efectos, quando los onbres abren puerta à sus afectos. Tanto tienen sus armas de penetrantes contra los onbres, quanto ellos no quieren fortalecerse con Dios. De el onbre fue formada la muger, y con ser èl su origen, enpezò con su vezindad a padecer perdidas, y ruinas. El no tomar escarmiento, es querer rendirse al peligro.

No à auido onbre cuerdo que admita desafio con enemigo mas poderoso, quando conoce que las fuerças no igualan à las del contrario. Al gran Capitan le preguntaron, que qual auia sido la mayor de sus azañas, y la accion mas valiente? Y respondiò, que el boluer las espaldas a vn enemigo superior en fuerças, quando no se allaua con espiritu para resistirle. Terrible ocasion se le ofreciò à Dauid à la vista. Enemigo que es menester mucho esfuerço para vencerle; pero ponerse deleytoso en la batalla, es enpezar à padecer su ruina: y quando luego al punto no obre su veneno, es como la mina encendida, que poco à poco va cobrando fuego, para rebentar de vn golpe.

Por esto escriuia San Anbrosio las operaciones que en el onbre causa la torpeza, (H) y son tales, que estremece el leerlas. Cruel espuela, dize el Santo, es la luxuria, para cometer delitos, que continuamente està picando, sin dexar que descanse vn instante. Abrasando el coraçon, y las entrañas, todo es vn fuego que arde, trayendo en perpetua inquietud el pensamiento. No ay negocio que le diuierta, todas sus potencias arrebatadas à este desasosiego, no concede vna ora de treguas al descanso. Cobra con las tinieblas de la noche, nueuos brios, y los anhelos que le an fatigado de dia, quando deuieran rendirle al sueño, enpiezan aora con tan cruda guerra, que lo qu enpieza à ser noche, enpieza à ser vn infierno. Anda el descanso desterrado, y la continua fatiga que à tomado posesion del alma, en esto està toda ocupada, teniendo lo por diuertimiento, y aquella por poca fineza. Distrae de la razon, que en nada la tiene. Abstraido de lo que le inporta, en esto son sus cuydados. Pierde el pie en este golfo, y se aoga en èl la prudencia, el juizio, la discrecion, la onrra, y la vida. A los mas locos los trae rematados, y a todos los lleua al matadero. Perpetuo fuego que procura consumir la castidad, no ay ora que no estè en centinela para destruirla: y tanto tiene de ventaja, quanto en esta ay de descuido. Con el vso se aumenta. Es leña que se arroja à las llamas, que con las brasas se abrasa, y con los materiales crece de suerte que consume, y reduce à cenizas al que vna vez enpezò à encender, sin cuydarse de apagar. Enfurecido el onbre en esta locura, ningun pecado desecha, y el coraçon echo bolcan del infierno, intenta respirar en qualquiera puerta, sin que sea estorbo, ni freno à su torpeza la fealdad del delito. Permanece asta la muerte, y llega esta à cortar los ilos de la vida, sin poder arrancar del coraçon las raizes que en èl tiene echadas el vicio, y auiendo consumido la edad, la salud, la vida, la azienda, la onra, la buena fama: y enredado à la miserable alma en culpas, da con ella en los infiernos, al tienpo que los achaques de la torpeza, dan con el cuerpo en vna asquerosa vida.

Vna Sirena encanta à los onbres. Tales efetos aze la torpeza. Desnuda la muger tira à si la voluntad, y entendimiento de Dauid. Quando el adorno se izo para mas gracia, y por parecer mejor, vsan mas, y mas las que quieren parecer bien: que desdichas no causarà la que viue con ese cuydado! En todos siglos, y en todas edades à auido que lamentarse en esto: y jamàs à llegado España a padecer tanta lastima, como la profanidad que se vsa en los trages, sin que dèn lugar à que se distinga la muger mala de la que es señora: ni se pueda conocer quien tiene mas azienda, pues asi viste la que lo gana con ayuda del demonio, como la que lo merece mejor por su nobleza, y su virtud. Esparcen gemidos al ayre algunos, de que las gabelas que pagan no les dexan comer vn bocado de pan sin espinas, y no lloran con anbos ojos el verse desangrados de mugeres, que vn vestido solo que se ponen auian menester la renta de vn gran señor. Quantas mugeres principales an reducido à gala su poco posible, y à viuir, y vestir modestisimamente, porque su caudal no llega à donde necesitaua llegar su autoridad, y nobleza, y se pasan con vna basquiña, y jubon ordinario, y recojidas en su casa estàn trabajando todo el dia, y no alcançan para sustentar vna criada, ni aun para sustentarse a si mesmas: al mesmo tienpo que se ven mugeres que no les falta el coche para el paseo, el asiento, y bebidas en la comedia, el abanico de quatro doblones, las puntas en el manto de las mas grandes, y nueuas; las contramangas de brocato; la casa adornada con escritorios, colgaduras, espejos, braseros, bufetes, alfonbras, y estrados. La comida toda regalos, el dia todo en diuertimientos, la labor de sus manos, el conponerse con joyas, cintas, guantes de Italia, y inuenciones que traen los Franceses, sin mas oficio, que su ocio, y sin mas renta que sus pocos años, y su cara! Y quando el vestido costoso vistiera al cuerpo pudieran sufrir los ojos castos su soberuia: pero quando esta es mayor, y mas costosa, al paso que vna muger viste el cuerpo, y se queda desnuda, con los trajes desonestos que oy se vsan es mayor el dolor.

 
 

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