Diego de Saavedra Fajardo, Diego, Idea de un príncipe político cristiano



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Diego Saavedra Fajardo

(Algezares, Murcia 1594 – Madrid 1648)

Podemos afirmar que entre todos los libros españoles que aprovechan la estructura discursiva emblemática, el de don Diego Saavedra Fajardo es el que mejor trasluce las preocupaciones del mundo hispánico de su momento, y el que dispone con mayor grado de imbricación la universalidad propia del emblema sobre el fondo histórico y político concreto de la España de la primera mitad del siglo XVII. Ello no hace más que reproducir la personalidad de su autor, viajero por todas las cortes de Europa en defensa de los intereses de una Monarquía inmersa en inacabables disputas.

En 1640, cuando aparece la primera edición de la Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas, la disgregación del Imperio español es un hecho evidente en las sublevaciones de Cataluña y Portugal, culminación de una larga serie de conflictos que, desde la asunción del poder por el conde-duque de Olivares, se van intensificando en todos los frentes. El conocimiento directo y en primera persona de las complejidades de la negociación política, no siempre inmaculada, unido a una reflexión moral plegada a los valores de la Contarreforma, más el destilado de amplias lecturas, desembocan en una obra cuyo primer propósito será orientar e instruir al buen gobernante.

Desde luego, la propia formación de Saavedra Fajardo fue sólida. Estudió leyes y cánones en Salamanca pero su obra trascenderá con mucho el ámbito de sus estudios y demuestra una voluntad de integración en la espectacular nómina de escritores de su generación. Por otro lado, en algunos documentos aparece su firma como «capellán» y disfruta de los beneficios eclesiásticos propios de quien ha recibido las órdenes menores (canónigo de Santiago y, luego, de Murcia, por ejemplo) pero no consta documentalmente que recibiera órdenes mayores.

Quintín Aldea Vaquero trazó en la vida de don Diego una división aceptada por la mayoría de investigadores: etapa romana (1610-1633) y etapa centroeuropea (1633-1646). En efecto, hacia 1610 viaja a Roma, seguramente en la comitiva del conde de Lemos, junto a escritores de la talla de Mira de Amescua o los hermanos Argensola. Según consta en un memorial suyo fechado en 1630, los cargos desempeñados en Italia fueron múltiples y de responsabilidad cada vez más elevada, hasta que en 1623 el Rey lo nombra «procurador y solicitador en la Corte Romana de los negocios de estos mis Reinos de Castilla, de las Indias y Cruzada». Así, su prestigio como diplomático crece y se le convoca a varias misiones delicadas (cónclaves de Gregorio XV y Urbano VIII, embajador «interino» en Roma en 1631 —momento en que elabora unas sutiles Noticias de la Negociación de Roma—, viaje a Madrid para informar de los excesos jurisdiccionales de la Curia romana y de la nunciatura de Madrid, etc.). Pero también gana fama de «un poco altivo y arrojado», y de «naturalmente fogoso», según palabras del marqués de Castel Rodrigo citadas por Aldea Vaquero.

La segunda etapa se inicia cuando se le envía como representante español ante el duque Maximiliano de Baviera, en pleno conflicto de la Guerra de los Treinta Años, con la urgencia de suturar la desunión de la liga imperial frente a franceses, holandeses y suecos; quiebra sentida como especialmente grave tras el Tratado de Fontainebleau, en que el católico Maximiliano se había aliado, con nefastos resultados para sí mismo, con los franceses. Saavedra consiguió por completo su propósito de reintegrar a una única causa habsburguesa a Maximiliano, y a partir de aquí participó en la multitud de pequeñas negociaciones propias de aquellos turbulentos años, incluida la preparación de la famosa batalla de Nördlingen (1634).

Por todo este trabajo recibió continuados y rendidos elogios de Olivares, que le dio también el elevadísimo cargo de plenipotenciario en la Dieta imperial de Ratisbona y, casi a la vez, el título de caballero de la Orden de Santiago. (1640). Estamos en el mismo año en que debía sacar tiempo para corregir las pruebas de las Empresas políticas e imaginamos bien el alcance de aquella definición de «naturalmente fogoso» al ser capaz de llevar adelante tan complicadas tareas y encontrar, además, ocasión para tomar la pluma «en la trabajosa ociosidad de mis continuos viajes por Alemania y por otras provincias, [y concluir] en las posadas lo que había discurrido entre mí por el camino», como dice en el prólogo. Una obra así escrita no nacía, pues, para descansar de las fatigas propias de las obligaciones, sino para profundizar en los fundamentos teóricos de sus principios políticos y morales y exponer sus propias experiencias en un formato atractivo, persuasivo y literariamente excepcional.

Quedaba aun un escalón en la cadena de méritos y honores que jalonan la vida de Saavedra Fajardo, la designación como plenipotenciario para la Paz de Westfalia. Ocurrió en 1643 y la firma final del tratado, en 1648, coincidiría con su muerte. Fueron años personalmente duros porque la enfermedad hizo mella en él y porque asistió a la irremediable disolución de la hegemonía española. Es fácil dibujar sobre la figura de don Diego, en estos años, el símbolo de la decadencia de la Casa de Austria y de los antiguos valores, rendidos ante de la pujanza de una nueva Europa que se hacía al margen de España. Murió el 24 de agosto de 1648 en Madrid.

Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas

Además del propósito de espejo de príncipes, arriba mencionado, y de que se hilvane —relativamente— el discurso a lo largo de las distintas etapas de la vida del gobernante, el libro de Saavedra tiene un centro de gravedad en el tema de la razón de estado. Saavedra presentó a Olivares en 1631 un manuscrito con el título explícito de Introducciones a la Política y Razón de Estado del Rey Católico Don Fernando, primer esbozo de lo que después serían las Empresas políticas.

Fundamentalmente a partir de la contestación a Maquiavelo escrita por el jesuita Giovanni Botero (Della ragion di Estato libri dieci…, 1589 —con traducción española de Antonio de Herrera, 1593—) se inicia en España una viva reflexión acerca de los límites y las líneas de corte entre la política entendida como técnica de mantenimiento y ampliación del poder, y la moral tradicional cristiana ligada, generalmente, a una idea providencialista del estado. En este debate hay hitos notables a lo largo de la vida de don Diego, como las obras de Pedro de Rivadeneyra (Tratado de la Religión y virtudes que debe tener el príncipe cristiano, 1595), Juan de Mariana (De rege et de regis institutione, 1599) o Juan Eusebio Nieremberg (Maquiavelismo degollado, 1637), por no mencionar la Política de Dios (1626 y 1655) de Quevedo o la diseminación de estas ideas en algunos textos de Gracián (El Héroe, El Político, el Oráculo manual). Son obras que, como la de Saavedra, unen las recomendaciones sobre las virtudes que han de adornar al gobernante con la reflexión política teórica sazonada de ejemplos y dicta et facta históricos. Pero, como ha señalado Sagrario López Poza en su edición de las Empresas políticas, hay que mencionar como fuente profunda de sus ideas —especialmente las neoestoicas, pero también una similar utilización de la historia y una compartida ética civil— al belga Justo Lipsio en su Politicorum sive civilis doctrina libri sex (1589, y traducción española de Bernardino de Mendoza, 1604).

Saavedra intenta distinguir, como hizo el mencionado Pedro de Rivadeneyra, entre la buena y la mala razón de estado. Al final, en palabras de Sagrario López Poza, «la realidad le inclina hacia un pesimismo antropológico; el príncipe debe estar advertido de las muchas trampas y vilezas que pueden cometer otros gobernantes con él para poderlas evitar; a su vez, él debe ejercer una política basada en las virtudes cristianas». El problema a resolver es que las virtudes cristianas no armonizan fácilmente con exigencias políticas como la mentira, la hipocresía, el disimulo y todo el juego de «contratretas», por usar una palabra cara a Gracián, que ha de admitir el buen gobernante en su actividad práctica. Así, sobre el dicho «qui nescit disimulare, nescit regnare» de Luis XI de Francia, hace Saavedra su empresa 43: «Ut sciat regnare» y dedica bastantes páginas —en esta y otras empresas— a hilar fino sobre tales cuestiones.

Es también relevante la elección del modo emblemático, que, entre otras cosas, permite a su autor redactar cada empresa como un pequeño ensayo bastante autónomo respecto de los demás. En efecto, a partir de la empresa 44 se abandona el orden propio de la educación del príncipe para exponer variados consejos de carácter político. Saavedra fue bien consciente del carácter escasamente orgánico con que presentó su libro e intentó arreglarlo en la segunda edición reagrupando las empresas, dividiendo la materia en ocho grandes apartados y anteponiendo un índice que es a la vez un resumen o guía para ser leído de corrido como aclaración del sentido del conjunto. Todo ello evidencia una escritura llevada a cabo de manera fragmentaria, sin voluntad de construir un tratado unitario más allá del recurso externo de dedicar la primera empresa al príncipe recién nacido y la última a su muerte.

La elección de la forma emblemática en Saavedra obedece sobre todo, como declara en la dedicatoria, a una finalidad didáctica, donde el juego entre pictura, mote y comentario (discurso, según su propia terminología) se entabla con finalidades mnemotécnicas, siguiendo en cierto modo la recomendación de Erasmo de que, para enseñar al príncipe, las máximas hay que «traérselas a la memoria con ahínco, ora con una sentencia, ora con una anécdota, ora con un símil, ora con un ejemplo, ora con un apotegma, ora con un proverbio» (Educación del príncipe cristiano).

Para elaborar sus ensayos, Saavedra recaba una notable erudición de primera mano que casi nunca da la sensación de gratuita u ostentatoria, sino pertinente al apoyo argumentativo y al justo ornato de las ideas. Igualmente, suele ser una erudición explícita, con localización de las citas, lo que demuestra una vez más su inclinación didáctica.

La segunda edición de las Empresas aumenta las referencias bíblicas —en este caso sí que las citas se insertan a veces con alguna violencia— en un intento de aproximarse al máximo a la ortodoxia católica. De entre los autores clásicos, el más citado es Tácito, historiador utilizado abundantemente por cierto ambiguo antimaquiavelismo al ofrecerse como teórico de una «razón de estado» que se podía oponer a la del florentino, aparte de ser una lectura de Saavedra mediatizada por la influencia de Justo Lipsio. Paralelamente al aumento de citas bíblicas, el historiador romano sufre una cierta ocultación en la segunda edición. En todo caso, la mitad de las citas de las Empresas políticas proceden de obras de historiadores clásicos o contemporáneos. Tiene también mucho peso la Política de Aristóteles; y le sigue Séneca —también fuertemente unido a Saavedra a través del neoestoicismo lipsiano—. Pero rechaza la utilización de la mitología, presente solo en aquellos exempla bien tópicos y sancionados por la tradición.

Las primeras ediciones

La editio princeps de esta obra aparece en Múnich en 1640, en la imprenta de Nicolao Enrico. Aparte de las 100 empresas del título, presenta dos grabados que también podrían entrar en la nómina: una antes del prólogo y otra precediendo al epigrama con que se cierra el libro. La segunda edición tendrá 101 empresas pero no se cambiará por ello el título. Es importante señalar que con mucha rapidez parece sentirse Saavedra incómodo con esta primera edición, y manda publicar en tres meses un medio pliego con las erratas para que se añada a los ejemplares aún en rama; y no tarda nada en poner manos a la obra para la segunda edición, que saldrá en Milán en 1642.

Sagrario López Poza ha estudiado detenidamente el proceso de este paso de la primera a la segunda edición, que será la definitiva y de la que su autor se sentirá ya satisfecho. Reproducimos aquí algunos pasajes de las conclusiones de esta autora en la «Introducción» a su excelente edición:

La nueva edición que se realiza en 1642, esta vez en Milán, en efecto corrige las erratas advertidas tras la primera, pero en consonancia con lo que en la propia fe de erratas añadida a la de Múnich anunciaba Saavedra, amplía mucho la obra y presenta aspectos ostentosamente diferentes de la princeps, que si adolecía de cierto desorden organizativo, ofrecía en cambio un texto más espontáneo y fresco, menos cargado de erudición libresca. Ello corrobora que tras la distribución de la primera edición (probablemente ni siquiera llegó a repartirla por completo) no fueron las erratas solo lo que hizo sentir molesto a Saavedra, sino aspectos de otra naturaleza, tal vez estilísticos, pero sobre todo ideológicos, que convenía modificar. La primera edición había llevado demasiado lejos los tintes tacitistas, que algunos podían asociarlos a maquiavelistas, y hacía elogios del conde-duque de Olivares redactados sin duda en momentos en que su prestigio no estaba tan cuestionado y sin duda alguien de bastante relevancia en la Corte le debió de hacer llegar a Saavedra reconvenciones de peso que le instaron a hacer una revisión de toda la obra e introducir notables cambios.

En esta nueva versión pulía el estilo de algunos párrafos, a veces tan largos que ocupan varias páginas, se eliminaban 89 citas textuales de Tácito (aunque algunas se camuflaron en el nuevo texto añadido diluidas entre las palabras de Saavedra y sin declarar la fuente) y se prescinde de pasajes con comentarios políticos comprometidos (especialmente en relación con el conde-duque de Olivares), se añaden 475 citas y exempla procedentes de la Biblia (las 72 citas bíblicas de la primera edición se convierten en 547) y se sometía a un agrupamiento nuevo de las empresas conforme a una estructura fijada en ocho apartados temáticos, cambiando para ello el orden de las empresas seguido en la edición primera. Además de eso, se produjeron también algunos cambios notables en las picturae. (pp. 92-93)

Los grabados

Se está de acuerdo en afirmar que los grabados de la primera edición se abrieron, siguiendo la técnica de talla dulce, en el famoso taller muniqués de los Sadeler, regentado en este momento por Johannes Sadeler. La segunda edición se hizo en Milán y se cambió el juego de grabados, realizados con la misma técnica, por otro de tamaño menor y características más barrocas y, quizá, de menor eficacia comunicativa. Algunas de estas planchas (4, 14, 23, 40, 60, 66, 67 y 99) llevan la firma de Cristoforo Bianchi, pero no es nada seguro que este sea el autor de todas las demás. En esta segunda edición se añaden dos empresas nuevas, la 5 y la 14, y las 95 y 96 de la primera edición se refunden en una sola con nueva pictura y mote.

Siguiendo con las palabras de López Poza: «Asimismo cambian de motivo y mote las antiguas 5, 19, 21, 38, 51 y 74, que se corresponden con las nuevas 6, 21, 23, 40, 66 y 99. La 101 nueva, que se corresponde con la 100 antigua varía algo la imagen y cambia de mote. En la 4, que queda con el mismo número en la segunda edición, se cambia el motivo de la pictura, pero se mantiene el lema, así como en las números 18 y 57 modernas (16 y 68 antiguas) en que varían ligeramente algunos elementos de la pictura. El lema varía, dejando igual la imagen en las que eran en la editio princeps 6, 8, 12, 62, 69 y 86, que pasan a ser en la segunda edición: 7,9, 13 (con algún pequeño cambio en el motivo), 62, 66, 54 y 87. La justificación de estos cambios no es muy clara. Se advierte un deliberado deseo de eliminar de las picturae los motivos mitológicos, y así se constata en las nuevas empresas 6, 40, 96 y 99» (pp. 96-97).

 

Studiolum publica este libro en el CD «Libros de Emblemas Españoles. Edición Completa».

Aquí presentamos el emblema 45 (Non maiestate securus – No por la majestad seguro) de la Idea de un príncipe político cristiano de Saavedra, en las ediciones de Milán 1642 (editio optima), Venecia 1548 (italiano), Bruselas 1649 (latín), Amsterdam 1668 (francés) y Londres 1700 (inglés):
 

Milán 1642 (editio optima):

El Leon (cuerpo desta emblema) fue entre los Egipcios simbolo de la vigilancia, como son los que se ponen en los frontespicios, i puertas de los templos. Por esto se hizo esculpir Alexandro Magno en las monedas con vna piel de Leon en la cabeza, significando, que en el no era menor el cuidado, que el valor, pues quando convenia, no gastar mucho tiempo en el sueño, dormia tendido el brazo fuera de la cama con vna bola de plata en la mano, que en durmiendose, le despertase, cayendo sobre vna vacia de bronze. No fuera Señor del Mundo, si se durmiera, i descuidara, porque no a de dormir profundamente, quien cuida del govierno de muchos.

Non decet ignavum tota producere somnum
Nocte virum, sub consilio, sub nomine cujus
Tot populi degunt, cui rerum cura, fidesque
Credita summarum. (Homer)

Como el Leon se reconoze Rei de los animales, ò duerme poco, ò si duerme, tiene aviertos los ojos. No fia tanto de su Imperio, ni se asegura tanto de su Magestad, que no le parezca necessario, fingirse despierto, quando esta dormido. Fuerza es, que se entreguen los sentidos al reposo, pero conviene, que se piense de los Reyes, que siempre estan velando. Vn Rei dormido en nada se diferencia de los demas hombres. Aun esta pasion à de encubrir a sus Vasallos, i a sus Enemigos. Duerma, pero crean, que esta despierto. No se prometa tanto de su grandeza, i poder, que cierre los ojos al cuidado. Astucia, i disimulacion es en el Leon el dormir con los ojos aviertos, pero no intencion de engañar, sino de disimular la enagenacion de sus sentidos, i si se engañare, quien le armava acechanzas, pensando hallarle dormido, i creyere, que està despierto, suyo sera el engaño, no del Leon, ni indigna esta prevencion de su corazon magnanimo, como ni tampoco aquella advertencia de borrar con la cola las heullas para desmentillas al Cazador. No ai fortaleza segura, si no esta vigilante el recato. El mayor Monarcha con mayor cuidado a de coronar su frente no con la candidez de las palomas sencillas, sino con la prudencia de las recatadas serpientes, porque no de otra suerte, que quando se presenta en la campaña el Leon, se retiran de sus contiendas los animales deponiendo sus enemistades naturales, i coligados entre si, se conjuran contra el, asi todos se arman, i ponen azechanzas al mas Poderoso.

Venecia 1648 (italiano):

IL Leone (corpo di quest’Impresa) fù trà gli Egitij simbolo della vigilanza, come sono quelli che si pongono ne’Frontispitij, e porte de’Tempij. Perciò si fece scolpire Alessandro Magno nelle monete con vna pella di Leone in capo, significando ch’era in lui non minore la cura che il valore, poiche quando conueniua non spendere molto tempo nel sonno, dormiua steso il braccio fuori del letto con vna ampolla d’argento nella mano, quale dormendosi, lo destasse cadendo sopra vn concauo di bronzo. Non sarebbe stato Signore del Mondo, se addormentato, e trascurato si fosse, perche non deue profondamente dormire, chi hà cura del gouerno di molti.

Non decet ignauiam tota producere fortem
Nocte virum, sub consilio, sub nomine cuius
Tot populi degunt, cui rerum cura fidesque
Credita summarum.

Come il Leone si conosce Rè degli animali, ò dorme poco, ouero se dorme tiene aperti gli occhi. Non fida tanto nel suo Imperio, nè tanto s’assicura della sua Maestà, che non gli paia necessario fingersi desto, quando stà dormendo. È forza, che si diano i sentimenti al riposo, ma conuiene che de i Rè si pensi, che stiano sempre vegliando. Vn Rè addormentato in niuna cosa è dagli altri huomini differente. Anco questa passione deue coprire à i suoi Vassalli, ed à i suoi Nemici. Dorma; credono però che sia desto. Non si prometta tanto della sua grandezza, e potere che chiuda gli occhi alle cure. Astutia, e dissimulatione è nel Leone il dormire con gli occhi aperti, ma non intentione d’ingannare, ben sì dissimulare l’alienatione de’suoi sensi, e se s’ingannerà chi gli armaua assedij, pensando trouarlo addormentato, e vederà che sia desto, sarà l’inganno suo, non del Leone; nè questa preuentione è indegna del suo cuore, come nè tampoco, quell’auuertenza di cancellare con la coda le orme, per negarle al Cacciatore. Non v’è sicura fortezza, se vigilante non stà la prudenza. Il maggior Monarca deue con maggior cura coronare la sua fronte, non con la candidezza delle semplici colombe, ma con la prudenza de’cauti serpenti; perche non altrimenti che quando si presenta nella campagna il Leone, si ritirano dalle sue contese gli animali, deponendo le sue naturale inimistadi; e collegati frà sè, contro di lui si congiurano, quasi tutti si armano, e pongono al più Potente assedio.

Bruselas 1649 (latín):

LEO (figura praesentis Emblematis) apud Aegyptios vigilantiae fuit Symbolum, quales sunt, qui in frontispiciis & portis templorum collocari solent. Atque hinc Alexander Magnus in monetis effingi voluit cum pelle leoninâ in capite, ut significaret non minùs curâ se pollere, ac robore: quippe qui (si quando parciori somno utendum esset) dormire consueverat, brachio extra lectum porrecto, & globum argenteum manu tenens; ut si fòrs arctiùs indormiret, ille in subjectam pelvim aeneam delapsus, tinnitu suo eum mox rursum excitaret. Nunquam sanè orbem suo subjecisset imperio, si quieti & somno solùm indulgens, rerum omnium curam abs se abdicâsset: neque enim altùm debet stertere, qui multorum regendorum gubernacula suscepit.

Non decet ignavum totâ producere somnum
Nocte virum, sub consilio, sub nomine cujus
Tot populi degunt, cui rerum cura, fidesque
Credita summarum. (Homer)

Leo igitur, cum animantium Regem se esse sciat, aut parum dormit, aut si dormit, nimiùm apertos servat oculos. Non tantum suo confidit imperio, nec de suâ majestate tantoperè securus est, ut necessarium non arbitretur, vigilantem se fingere, etiam dum somnum capit. Opus est equidem, ut sensibus sua quandoque quies concedatur; expedit interim sic opinari de Regibus, quòd semper excubent. Rex somno deditus nec hilum ab aliis differt hominibus. Etiam hanc ipsam passionem subditos suos, ac hostes, quantum potest, celare debet. Dormiat, modò vigilare eum credant alii. Ne sibi tantum de dignitate suâ & potentiâ polliceatur, ut curae ac solicitudini claudat oculos. Astutia est, & dissimulatio in leone, oculis apertis quietem capere, non tamen fallendi studio, sed dissimulandi solùm consopitos sensus; & si quis fortè insidias illi struens deciperetur, existimando vigilem esse, quem dormientem offendere cogitabat, ipse sibi erroris caussa est, non leo: nec indigna haec praeventio magnanimo ejus pectore, uti nec astutia illa, quando caudâ obducit pedum vestigia, ad fallendos venatores. Nulla ars, castrúmve satìs munitum est, nisi solertia excubet. Major Monarcha majori cum curâ frontem suam coronare debet, non candore sincerarum columbarum, sed prudentiâ astutorum serpentium: neque enim aliàs, quàm quando Leo in arenam prodit, ferae caeterae suas ponunt inimicitias naturales, & depugnare inter se desinunt; quin jam communi concensione conspirant omnes contra illum, armant sese, & tanquam fortiori moliuntur insidias.

Amsterdam 1668 (francés):

La Majesté ne luy suffit pas.

LE Lyon a esté autrefois le symbole de la vigilance chez les Egyptiens, & il en est encore de mesme auiourd'huy de ceux qu'on a coustume de mettre au frontispice & sur les portes des Temples; c'est pour ce sujet qu'Alexandre se fit graver sur les Monnoyes de son temps, avec une peau de Lyon sur la teste, comme pour donner à entendre que le soin n'estoit pas moindre en luy que la valeur, puis qu'en effet, lors qu'il n'avoit pas le temps de dormir beaucoup il se couchoit le bras estendu hors du lit, tenant en sa main une boulle d'argent, qui l'éveillant au plus profond de son sommeil, en tombant dans un bassin de bronze preparé pour cét effet: il n'auroit pas esté maistre de tout le monde, s'il eust pris trop de plaisir à dormir; car enfin il ne faut pas que ceux qui gouvernent les autres, dorment avec excés. †

Comme le Lyon se reconnoist Roy des Animaux, il dort peu, ou dort les yeux ouverts; il ne se fie pas tant sur son Empire, & sur sa Majesté, qu'il ne luy semble encore necessaire de feindre d'estre éveillé lors mesme qu'il est endormy. L'on sçait bien que les sens ont besoin de repos; mais il faut faire en sorte autant qu'il se peut que les Peuples ayent cette pensée de leurs Rois, qu'ils veillent incessamment; Un Roy ne differe aucunement des autres hommes dans le sommeil; C'est une passion qu'il doit mesme cacher à ses Sujets & à ses Ennemis; Qu'il dorme tant qu'il voudra, pourveu qu'on croye qu'il veille, qu'il ne se repose point tant sur sa grandeur & sur son pouvoir, que de se laisser aller à fermer les yeux à la vigilance & au soin; C'est une astuce & une feinte au Lyon que de dormir les yeux ouverts, non que son dessein soit de tromper, mais seulement de dissimuler l'alienation de ses sens; & si par cette feinte, ceux qui luy voudroyent dresser des embûches se trouvent trompez, le trouvant éveillé lors qu'ils le croyoyent endormy; cette tromperie n'est pas à l'égard du Lyon, mais au leur seulement, & pareille precaution n'est aucunement indigne de son genereux courage, non plus que la prudence qu'il a d'effacer ses vestiges avec sa queuë, pour les cacher aux chasseurs. Il n'y a point de forteresse asseuré, si la vigilance n'y fait la garde; Plus un Monarque est grand, plus il doit couronner avec soin la dignité de son front, non de la candeur des simples Colombes, mais de la prudence des serpens avisez; car tout ainsi que quand le Lyon se prepare au combat, tous les autres animaux reservant à une autre fois leur particuliere querelle, se bandent unanimément contre luy; de mesme parmy les hommes tous s'arment & conspirent contre le plus puissant.

† Non decet ignavum tota producere somnum
Nocte virum, sub consilio, sub nomine cujus
Tot populi degunt, cui rerum cura, fidesque
Credita summarum;

Londres 1700 (inglés):

THE Lion, the body of this devise, was among the Aegyptians the Emblem of Vigilance, and us’d to be set in the Frontispieces and Porches of their Temples. Hence Alexander the Great was engraven upon his Coin with a Lion’s skin upon his head, to intimate that he was not less carefull and vigilant than valiant; for if at any time affairs requir’d that he should not spend much time in sleep, he was us’d to lie with his arm out of bed, holding a Silver ball in his hand, that if he should fall asleep, that falling into a brass Bason set underneath for that purpose, might waken him. He had never conquer’d the world, had he been sleepy and lazy, he ought not to snore away his time, who has the Government of People committed to him. †

Thus the Lion knowing himself to be King of Beasts, sleeps but little, or if he does, ’tis with his Eyes open: he does not confide so much in his Empire, nor relie so much on his Majesty, as not to think it necessary to seem to be awake even while he sleeps. The Senses do indeed require rest sometimes, but even then ’tis necessary Princes should be thought to be awake. A sleeping King differs not from another man: This Passion he ought to conceal from Friends as well as Enemies; he may sleep, provided others think him waking. Let him not depend so much upon his Authority and Power, as to shut his Eyes to Care and Circumspection. ‘Tis a cunning Dissimulation in the Lion to sleep with his Eyes open, not with a design to deceive, but only to hide his sleepiness. And if any one designing against him be deceiv’d, finding him awake whom he thought he had seen sleeping, ‘tis his own fault not the Lion’s. nor is this pretence below the greatness of his Mind, no more than that other piece of cunning, of smoothing over the Tract of his feet with his Tail to deceive the Huntsmen. There is no Fortress secure unless guarded by Vigilance. The greater the Prince is, the greater care he ought to be crown’d with, not with the Sincerity of innocent Doves, but the prudence of subtle Serpents. For as when the Lion enters the Field, the other Beasts lay aside their natural Enmity, and give over fighting, and with joint force combine against him, so among men all arm and unite against the strongest.

† Non decet ignavum tota producere somnum
Nocte virum, sub consilio, sub nomine cujus
Tot populi degunt, cui rerum cura, fidesque
Credita summarum;

 

Historia editorial del Idea de un príncipe político cristiano

 

Principales ediciones en español
[Seleccionamos aquellas que a nuestro juicio son más relevantes]

• Idea de un Príncipe Político Christiano representada en cien empresas, en Mónaco, en la emprenta de Nicolao Enrico, a 1 de Marzo 1640
• Idea de un Príncipe Político Christiano rapresentada [sic] en cien empresas, en Mónaco a 1 de Marzo 1640. En Milán a 20 de Abril 1642
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Valencia: Gerónimo Vilagrasa, 1655
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Amberes: Ierónimo y Iuan Bapt. Verdussen, 1655
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Valencia, herederos de Christos Garriz, 1656
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Amsterdam: Ioh. Ianssonius Iunior, 1659
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Valencia: Juan Lorenzo Cabrera, 1664
• Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas, Valencia: Jerónimo Villagrasa, 1665
• Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas, Madrid: Andrés García de la Iglesia, 1666
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Valencia: Francisco Ciprés, 1675
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Amsterdam: Janssonium, 1684
• Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, Valencia: Vicente Cabrera, 1695
• Idea de un Príncipe Político Christiano, en Valencia, en la Imprenta de Salvador Faulí, 1786, 2 vols.
• Obras de don Diego de Saavedra Faxardo…, Amberes: Juan Bautista Verdussen, 1677-1678. Es un volumen que contiene, además de la Idea…, La república literaria de Saavedra.
• Obras de don Diego…, Amberes: Juan Bautista Verdussen, 1678-1681. El vol. I contiene, además de la Idea…, La república literaria de Saavedra, con paginación propia
• Obras completas, Madrid, Benito Cano, 1789
• Idea de un príncipe político-christiano, en Valencia, en la oficina de Salvador Faulí, 1800-1801, 2 vols.
• Obras, Madrid: M. Rivadeneyra, 1853 (reed. en 1861 y 1947). Biblioteca de Autores Españoles, nº 25.
• Idea de un príncipe político-christiano representada en cien empresas, Madrid: Espasa-Calpe, 1958, 4 vols. Ed. de Vicente García de Diego.
• Obras completas, Madrid: Aguilar, 1946. Ed. de Ángel González Palencia.
• Empresas políticas, Samanca: Anaya, 1972. Ed. y selección de Manuel Fraga Iribarne.
• Empresas políticas. Idea de un príncipe político-cristiano, Madrid: Editora Nacional, 1976, 2 vols. Ed. de Quintín Aldea Vaquero.
• Idea de un príncipe político-christiano representada en cien empresas. Murcia: Real Academia Alfonso X el Sabio, 1985 (reimpr. 1994). Ed. facsímil de Milán, 1642.
• Empresas políticas, Barcelona: Planeta, 1988. Ed. de Francisco Javier Díez de Revenga.
• Empresas políticas, Madrid: Cátedra, 1999. Ed. de Sagrario López Poza.

Consideramos de utilidad para el investigador esta nota de Pedro Campa sobre las ediciones de Saavedra Fajardo (Emblemata Hispanica. An Annotated Bibliography of Spanish Emblem Literature to the Year 1700, Durham-Londres: Duke University Press, 1990, pp. 84-5. La traducción es nuestra):

Las ediciones de las Empresas políticas de Saavedra Fajardo en español se reparten en tres familias reconocibles con un prototipo común en la edición de Milán de 1642. En 1655 emergen las dos primeras familias. Las ediciones de Amberes de Verdussen, que culminan en el conjunto de obras completas de Saavedra en 1681, constituyen una familia. La otra familia está formada por las ediciones valencianas de Vilagrasa, los herederos de Garriz, Ciprés y Mateo Cabrera. Las dos ediciones de Madrid, que se pueden considerar como una subfamilia se basan en la edición de Garriz de Valencia, 1660. La tercera familia está representada por las ediciones en 12º (ediciones de bolsillo) de Amsterdam, basadas probablemente en la edición de Verdussen de Amberes, 1655.

Garriz llama a su edición de Valencia, 1656, en su recuento de todas las ediciones previas, «enmendada en esta quarta edición de todos los yerros que havía en otras». En 1665 Villagrasa dice de su edición de Valencia que «va enmendada en esta tercera impressión de todos los hierros que avía en las otras». Francisco Ciprés publicó en 1675 la última de las ediciones valencianas cuidadosamente elaboradas, a la que denomina, al contar la suya propia junto con las otras ediciones hechas en Valencia, la «sexta impresión [enmendada] de todos los yerros que avía en las otras». Las dos ediciones de Mateo Cabrera (Valencia, 1664 y Valencia, 1695) son las producciones más rudas de esta familia valenciana. Las ediciones de Verdussen en Amberes se elaboraron con un gran cuidado. La que se contiene en las obras completas de Saavedra (1678-81) evoca la calidad de impresión y la belleza de los grabados que encontramos en la edición de Munich, 1640.

Principales traducciones

Italiano:
• Di D. Diego Saavedra Fachardo. Rappresentata con bellissime imprese, quali dimostrano il vero esser politico, con esempi historici, e discorsi morali. Dall’ultima, e più copiosa editione hora trasportata dalla lingua spagnuola, dal signor dottor Paris Cerchieri, Venecia: Marco Garzoni, 1648
• L’idea di un principe politico christiano rappresentata con bellisime imprese… trasportata dalla lingua spagnuola, dal… Paris Cerchieri. Venecia: 1654
• L’idea del prencipe politico christiano. Di. D. Diego Saavedra Fachardo. Rappresentata con bellissime imprese, quali dimostrano il vero esser politico, con esempi historici, e discorsi morali. Dall’ultima, e più copiosa editione hora trasportata dalla lingua spagnuola, dal sig. dottor Giovanni Pesaro. Dell’scoll mo sig. Leonardo. Venecia: Nicolò Pezzana, 1678
• L’idea del principe politico christiano, di. D. Diego Saavedra Fachardo. Rappresentata con bellissime impresse, quali dimostrano il vero esser politico, con esempi historici, e discorsi morali. Dall’ultima, e più copiosa editione hora trasportata dalla lingua spagnuola, dal sig. Dottor Paris Cerchiari. Venecia: N. Pezzana, 1684

Latín:
• Idea principis christiano-politici, centum symbolis expressa, a Didaco Saavedra Faxardo, Bruselas: Iannes Mommaritius suis et Francisci Viviendi sumptibus, 1649
• Idea Principis Christiano Politici 100 Symbolis expressa…, Colonia: Constantinum Munich, 1650
• Idea principis christiano-politici 100 symbolis expressa a Didaco Saavedra Faxardo… Amsterdam: Ioh. Ianssonius iunior, 1651
• Idea principis christiano-politici 100 symbolis expressa a Didaco Saavedra Faxardo… Amsterdam: I. Van Meurs, 1651
• Idea principis christiano-politici 101 symbolis expressa a. Didaco Saavedra Faxardo… Amsterdam: Ioh. Ianssonius iunior, 1658
• Idea principis christiano-politici 101 symbolis expressa a Didaco Saavedra Faxardo… Amsterdam, Ioh. Ianssonius iunior, 1659
• Idea principis christiano-politici 101 symbolis expressa a. Didaco Saavedra Faxardo… Amsterdam: J. J. Schipper, 1659
• Idea principis christiano-politici symbolis CI. expressa à Didaco Saavedra Faxardo… Ab innumeris priorem editionum mendis expurgata. Amsterdam: I, Blaev, 1660
• Idea principis christiano-politici symbolis CI. expressa à Didaco Saavedra Faxardo… París: Fridericum Leonardum, 1660
• Idea principis christiano-politici centum symbolis expressa a Didaco Saavedra Faxardo… Editio novissima, à mendis accuratè expurgata. Colonia: J. C. Münich, 1669
• Idea principis Christiano-politici centum symbolis. Ed. noviss. Expurgata. Jena, 1686 (También con un frontispicio grabado con el pie de imprenta: «Francofurti et Lipsiae»).
• Didaci Saavedrae Faxardo eq. idea principis Christiano-politici, centum symbolis expressa. Editio omnium locupletissima. Pestini, Prostat ap. Jo. Gerardum Mauss, 1748

Alemán:
• Ein Abriss eines Christlich-Politischen Prinzens In CI. Sinnbildern und mercklichen Symbolischen Sprüchen, Amsterdam: Johan Janssonio, dem Jungerem, 1655

Holandés:
• Christelijke Staets-Vorst in-Modert sin Spreken afgebeed, Amsterdam: Jan Jacobsz Schipper en Borrit Janzs Smit, 1662

Francés:
• Le prince chrestien et politique; tr. de l’espagnol… par I. Rov… París: Compagnie des libraires du Palais, 1668. 2 vols.
• Le prince chrestien et politique; tr. de l’espagnol… par I. Rov… Suivant la copie à Paris, Par la Compagnie des libraires du Palais, 1668. (En el frontispicio se lee: «A Amsterdam, Chez Jean Schipper, 1670»).

Inglés:
• The Royal Politician Represented in One Hundred Emblems. Written in Spanish by Don Diego Saavedra Faxardo …. With a Large Preface, Containing an Account of the Author, his Works, and the Usefulness Thereof. Done into English from the Original. By Sir Ja. Astry. Londres: M. Gylliflower and L. Meredith, 1700. Trad. de Sir James Astry.

 
 

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