Cervantes, Don Quixote, Inquisición, Índice expurgatorio, Juan de Borja, Tortuga, Erasmus, Adagia



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Sancho Panza y la tortuga.
Ut lapsu graviore ruat.

Comentario a las Silvas 1 y 6

© Julia D’Onofrio, 13-10-2005
(Instituto de Filología y
Literaturas Hispánicas Dr. Amado Alonso
Universidad de Buenos Aires)

   

Borja, Empresas morales, Bruselas 1680. Primera parte, Emblema 2 (Aut multum, aut nihil). Cf. Silva 1.

Los azotes de Sancho (II.71) R. Golding por dibujo de Robert Smirke (1752 – 1845) — Cf. Silva 6.

Borja, Empresas morales, Bruselas 1680. Segunda parte, Emblema 52 (Ruitura levat)

Sebastián de Covarrubias, Emblemas morales, Madrid 1610, Emblema 1.44 (Ut lapsu graviore ruat)

Juan Francisco de Villava, Empresas espirituales y morales, Baeza 1613 (Ut corruat)

De momento, solo hemos localizado una edición del Quijote que contenga la imagen gráfica de una tortuga en relación con este episodio.

Se encuentra en la traducción francesa L’ingenieux hidalgo don Quichotte de la Manche, París: Dubochet, J. J. et Cie. 1836-37. Vol. II, p. 549 (firmada por Tony Johannot).

El curioso encontrará otras muchas imágenes quijotescas en estas webs:

http://www.csdl.tamu.edu/cervantes/
V2/images/intro-spa.html

http://www.qbi2005.com

 

 

Me gustaría hacer un pequeño aporte a los entretenidos comentarios de esta sección.

Ya que se han mencionado las tortugas en estas dos Silvas y dado que en la segunda se comenta una frase del Quijote de 1615, quisiera poner en su consideración el momento en que Sancho mismo es convertido en una tortuga.

Esto se produce hacia el final de su gobierno, cuando —para la burlesca batalla en defensa de los enemigos invasores— sus insulanos lo "arman" con dos paveses que no lo dejan moverse y lo hacen caer al suelo, mientras todos lo pisotean y fingen una lucha atroz. Esa era en definitiva la finalidad de toda su burla del gobernador: humillar al soberbio levantado por encima de su condición, castigar al que pretendía usurpar las posiciones que les corresponden a los nobles y poderosos. Por eso resulta tan interesante la imagen de Sancho quien, como indica el narrador: «Quedó como galápago encerrado y cubierto con sus conchas...» (II, 53, 810) 1 y luego añade que lo único que Sancho podía hacer para protegerse era meter los brazos y cabeza hacia adentro en gesto típico de las tortugas con su caparazón.

De modo que, el labrador-escudero que quiso gobernar termina convertido en un galápago. Y tal comparación no parece estar vacía de significados simbólicos, ya que un emblema repetido en tres importantes colecciones españolas, la de Juan de Borja, la de Sebastián de Covarrubias y la de Francisco de Villava, representa el concepto del castigo a la ambición desmedida con la imagen de un águila que lleva en su pico una tortuga para soltarla desde lo alto y hacerla pedazos sobre una piedra. Dice el comentario de Borja:

…pues lo que más sube es para dar con ello mayor cayda, como se vee en esta empresa del águila con el galápago, que cuanto más alto le sube, es para hacerle mejor pedazos, y çevarse en él, como dice la letra: ruitura levat (levanta para una mayor caída) 2 [Enciclopedia, 3 Nº 45]

Por su parte, Covarrubias:

Nuestro emblema alude al temor con que ha de estar, el que en las uñas del águila, que es el Príncipe, sube a grande privanza, porque si le disgusta le dexará caer delo alto sobre los peñascos, donde se quebrante y perezca. La letra es: Ut lapsu graviore ruat (para que se despeñe con más pesada caída) [Enciclopedia, Nº 62]

Villava le coloca el mote Ut corruat (para que caiga) y recoge diversos ejemplos de:

Los que ambiciosamente han subido a dignidades o las poseen con soberbia y arrogancia, permite Dios muchas vezes que caygan de su estado y se pierdan (…) Y asi al altivo derribado se le da esta Empresa. [Enciclopedia, Nº 55]

Resulta evidente la analogía con lo que está sucediendo en el texto del Quijote y los movimientos de ascenso y descenso que experimenta el personaje de Sancho. Levantado también él por los duques, los poderosos (con quien equiparan el águila los emblematistas) para, mediante la burla, hacerlo caer al oprobio y humillación general, y así castigar su ambición impertinente.

Exactamente esa idea de elevarse para su propio mal es la que expresa Sancho al abandonar el gobierno, mostrando el más alto grado de lucidez y de autoconocimiento. Dirigiéndose al rucio, dice:

después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos. (II, 53, 811)

Quédense en esta caballeriza las alas de la hormiga, que me levantaron en el aire para que me comiesen vencejos y otros pájaros, y volvámonos a andar por el suelo con pie llano… (Ibid., 812)

El refrán de la hormiga a la que le nacieron alas ya había aparecido en la conversación con la duquesa del capítulo 33 («Por su mal le nacieron alas a la hormiga»), y aquí Sancho lo recuerda de nuevo pero, curiosamente, le agrega un final original. No es «para que se pierdan más aína», como recoge Correas en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales, (ed. de Louis Combet revisada por Robert Jammes y Maïte Mir-Andreu, Castalia, Madrid, 2000, s.v. hormiga) ni tampoco como continúa el refrán Mexia en su Silva de varia lección, Por su mal le nacieron alas a la hormiga... «porque, con ellas, el viento las desbarata» (ed. de Antonio Castro, Madrid: Cátedra, 1990, p. 357), sino que lo completa diciendo que las alas solo sirvieron a la hormiga para que la comiesen vencejos y otros pájaros. Abundando nuevamente en la idea del ascenso para ser destrozados por los poderosos, en este caso las aves, que son las legítimas moradoras de los aires, en contraposición a las hormigas que deberían quedarse en el suelo.

En definitiva, las pesadas burlas que Sancho sufre en su Ínsula, planeadas no solo para la diversión de los duques y sus cortesanos, sino también, y especialmente, para «poner en su lugar» al humilde labrador que pretendió ser gobernante, terminan por desengañar al escudero. Y lo llevan finalmente a pensar, también como la tortuga, que no hay cosa mejor que la propia casa, según la conocida fábula recogida por Borja en la Primera Parte de sus Empresas morales [Domus optima]. [Enciclopedia, Nº 1618]

Por nuestra parte, a nosotros como lectores, nos resulta interesante comprobar el despliegue de alusiones veladas, como la de Sancho convertido en galápago, que siembran el texto de sentidos simbólicos y revelan la complejidad de la representación cervantina.

Notas

1 Cito el Quijote por la edición de Celina Sabor de Cortazar e Isaías Lerner, Buenos Aires, Eudeba, 2005 (2ª edición).

2 Este emblema pertenece a la segunda parte de la colección, es decir a la agregada por el nieto del autor cuando realizó la segunda edición en 1680 e incorporó emblemas que habían quedado manuscritos en la edición original de 1581. Sin embargo, la presencia en otros emblematistas contemporáneos a Cervantes, permite corroborar la presencia de la imagen simbólica en el imaginario de la época, más allá de la distancia temporal entre la efectiva publicación del emblema y el Quijote de 1615.

3 Antonio Bernat Vistarini y John T. Cull (ed), Enciclopedia de Emblemas Españoles, Madrid 1999.

 
 

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